“ Ella  criticaba a 
su marido  por no  creer en esa idea sesentera de que la locura
abría la puerta a la sabiduría” ( Hanif Kureishi- La última Palabra) 
TRES TRISTES TIGRES
Hacía  ya mucho tiempo que Nacho  había dejado a las mujeres   .
Lorena, en  cambio,  siguió parapetada detrás de las trincheras de
la venganza, olvidándose  de los motivos
y centrándose en ese ridículo y  primitivo deseo de  joder porque sí.
Tanto y tanto “los otros” lo
acabaron desquiciando, haciendo de él un monigote sin sentido , con una
chulería ridícula que en   verdad sólo
andaba mendigando un simple gesto de 
ternura, una  ternura que nunca
llegaba sin un precio.
Se encerró hacia dentro, optimizando
su soledad como  un tiempo necesario de  reposo   , análisis y preparación  . Estar solo no debería servir para  nada 
más .
Nacho se dio cuenta de que    la sociedad 
en la que    le había  tocado 
vivir la podía  bautizar como la “gran
batalla de los elegidos”, donde  todo se
competía, donde  siempre  había  uno que 
decidía  y otro al que sólo  le quedaba la posibilidad de  obedecer .
Y todo se volvió muy triste. El
privilegio de decidir  siempre  lo tuvo sólo Lorena.
Nacho salió de las  catacumbas 
con un rostro sereno. Había aprendido a quedarse  quieto, a esperar, a  observar, a medir el tiempo  sin 
retos. Había aprendido  a ser
amable consigo mismo, a no destrozarse pensando que  sólo  cabía  ganar. 
La soledad   había cumplido su misión. El único  criterio 
posible  tenía sólo  diecisiete 
letras: “querer y ser querido”
Lorena  meneaba 
la cola  exhibiendo  su cuerpo correcto y su estupenda sonrisa. Él danzó
a su alrededor evocando destellos rotundos de 
autoridad  y de una cierta
violencia,  contenida y protectora.  Supongo que  follaron pero no sé deciros quién gano a  quién  . 
De los tres tigres , Nacho siempre  era  el
triste… O eso  fue lo que los muy
imbéciles se  creyeron
 
 
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