Hoy
me has
dicho que el jueves fuiste a bailar con mamá. Enseguida has vuelto a
fijar tu mirada en esas
alcachofas que nadaban en aceite quemado , antes de ser
lentamente deshojadas por tus manos ,
que ahora siempre tiemblan.
Mamá
te ha preguntado si habías terminado, y como siempre has
sido un borde, le has
contestado : ¿ que no lo ves que sí?. Ella me
ha mirado por encima de sus
gafas nuevas , y
ha decidido convertir tu estupidez en una parodia de ti mismo, pero
resignadamente tierna . Sólo ha
dicho : Tu padre está
para el arrastre….
A
mi tampoco ya me sublevan tus chutes de
orgullo. Hace años que los
entendí . Ir contra ellos, por
eso, casi me convierte en un panoli sin apenas dignidad. El silencio nunca sabe de argumentos , hace que los olvidemos y de esa
forma nos hace sentirnos cómodos en la sumisión , para luego vendernos a nosotros mismos como
mártires.
Tampoco
eres tan cabrón, sólo pasó que no encontraste una mejor manera con la que
defenderte de tus propios miedos. Construiste un muro con reglas crueles,
juicios sumarios, sentencias a muerte, ejecuciones demasiado dolorosas. Nunca te diste
cuenta que te jugabas quedarte solo
Pero
hoy no estoy hablando de ti papá . Te
quiero mucho porque me has querido mucho. Punto.
Hoy
hablo del amor, no como palabra, sino como convicción y trabajo . La
convicción es imprescindible a la ternura, y no hay ternura sin esfuerzo y trabajo.
De
ti mamá aprendí pocas frases. Sólo entiendo perfectamente esa media
hora que pasas cocinando alcachofas. Te sentirías muy orgullosa de mi.
Yo preparo bocadillos.
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