CUARENTA XXX
Suena
el timbre. No espera a nadie. Su madre acaba de llamarla explicándole que la
siesta de su padre ha sido reveladora a la vez
que convulsa. Parece ser que ha
tenido una pesadilla, bañado en sudores,
gritando una y otra vez “!Espérame Susi!”
Seguro
que era una antigua
amante, alguna clienta o compañera de
trabajo con la que coincidió
en monotonías e insatisfacciones. La
seducción de lo incorrecto es
irrechazable. Pero no deja de ser un
espejismo. Somos tan
mediocres que nunca aceptamos el
castigo como parte del juego. Lo
queremos todo, y lo queremos a nuestra manera. Y cuando todo se resquebraja , nuestra
principal tarea es encontrar a
un culpable que no seamos nosotros mismos.
Le irritaba que su
madre no estuviera enfadada, que aceptara
ese rol de enfermera-cocinera cornuda. Pero la ira es
siempre demasiado orgullosa e
inconstante y se deja vencer fácilmente por la
comodidad.
Hubiese matado a
su padre con sus propias manos,
pero a la vez no
se veía compartiendo navidades, ni tampoco permitiría, ni siquiera
la posibilidad de que otros tuviesen
parte en su pastel. Mejor entonces
perdonarlo, fingiendo entender debilidades para nuestro propio provecho.
El
timbre vuelve a sonar. Ya no le queda ninguna oportunidad para adecentarse un poco. Sea quien sea no admirará este fantástico
pijama de lunas y estrellas, y
pensará que es una dejada, probablemente demasiado aburrida y perezosa como
para intentar quererse .
Resignada,
abre la puerta. Después de lidiar con
la incertidumbre de la mascarilla,
descubre atónita que es Amir. En un idioma
huérfano de pronombres le
devuelve su cartera, caída en el combate de disimular que compró esa ensalada en la
competencia.
No
le reprocha nada y parece despedirse con una sonrisa amable de buen
vecino . A lo mejor ella hubiera
dejado la cartera en un buzón de
correos o la hubiera entregado a
algún municipal. No le habría
quitado el dinero , pero la vida debía
seguir siendo propiedad de las apariencias y de las mentiras. Como la de su madre, como
la de su padre, como la de ella misma,
como de la de Susi.
PUSH
THE SKY AWAY( NICK CAVE)
Estaba
conduciendo,
estaba
conduciendo hacia casa
El
sol, el sol, el sol salía del campo
Tengo
la sensación
de
que no puedo desprenderme de todo esto
Tengo
la sensación
de
que simplemente no desaparecerá
Tienes
que seguir empujándolo
Sigue
empujándolo
Aleja
el cielo de ti
Y
si tus amigos piensan que deberías hacerlo diferente
Y
si piensan que deberías hacerlo igual
Tienes
que seguir empujándolo
Sigue
empujándolo
Aleja
el cielo de ti
Y
si sientes que tienes todo por lo que viniste
Si
tienes todo y no quieres más
Tienes
que seguir empujándolo
Sigue
empujándolo
Aleja
el cielo de ti
Y
algunas personas dicen
Que
estos es solo rock and roll
Ah,
pero te lleva hasta tu alma
Tienes
que seguir empujándolo
Sigue
empujándolo
Aleja
el cielo de ti
Tienes
que seguir empujándolo
Sigue
empujándolo
Aleja
el cielo de ti
Tienes
que seguir empujándolo
Sigue
empujándolo
No hay comentarios:
Publicar un comentario