VI
La
cuarentena era deliciosamente implacable para la vida. La luz y el viento
se saludaban en pequeños remolinos de arenilla con hojas, las
ramas armaban sus coreografías
básicas , como un coro góspel patoso y desacompasado, cada una a su ritmo.
El aire reivindicaba su nobleza y se permitía
el lujo de impregnarse de los perfumes
de una prematura primavera. Todo iba
bien sin nosotros.
Pasaban
diez minutos de la diez y era
la hora del segundo
cigarro. Supuso que el sol le permitiría no ponerse la
bata, Salió al balcón , la
barandilla de aluminio tenía suficiente
calor como para poderse
arremangarse el pijama hasta la altura de los codos
. Antes de encenderlo se puso
de brazos cruzados mirando la calle . Pudo
haber pensado en ser testigo de un pillaje, en bolas de polvo y espinas de otros oestes, o en
una simple conversación de dos
abuelas con los carritos de la compra aparcados en la acera , fijándose que
en uno de ellos sobresalían unas
magníficas hojas de apio…
Pero
su pensamiento fue mucho más infantil. Por fin el sol podía conocer a sus lunas y estrellas . Se las presentó con el
cariño y con la dulzura que sólo un par de amigos sabían que tenía. Pero ni
los amigos sabían que ella les
consideraba sus amigos.
Les
dejó que se conocieran un rato, con un
protocolo pueril, reverencia a la nada
incluida. Aquí , Sol, mis queridas
lunas y estrellas te presentan sus infinitos
respetos.
Nadie
la había
visto . Se reincorporó , recogió
el paquete de tabaco y el encendedor que había dejado en el tendedero y empezó a
fumar.
Esos cigarrillos que se proyectan con la faena que se debe
hacer de inmediato no sientan
nada bien . El placer sólo debe mezclarse con el placer o con esa ilusión de poder saborearlo alguna vez, o dejar que la libertad sea sinónimo de belleza, vulnerable al
roce, predispuesta a la rendición.
Lo
apagó cuando aún le quedaban cuatro o cinco caladas. Sabía que
debía dejarlo, pero a la vez
le importaba relativamente
poco su salud. Deseaba tener placer, pero
hasta entonces sólo
lo había concebido como el pago de algún tipo de recompensa
PINKY
IN THE DAYLIGHT
Con
tu un pedazo de tu labio
y
de tus uñas también
Tu
cabello recogido y cayendo
Con
los codos extendidos
Sigo
la forma de tu frente
Y
hay un nuevo tipo de belleza.
Que
nunca he visto antes
En
el parpadeo de una vela
La
pintura en mi pincel
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Plateado
a la luz de la luna
Como
el anochecer en el mar
Estoy
parado en tu costa
Un
océano a mis pies
Y
en ese momento estoy listo
Soy
humilde y soy libre
Y
puedo sentir todos esos colores, cariño
Vuelve
a mí
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Y
en esos tiempos cuando estaba cegado
Los
colores se desvanecieron
Blanqueado
por mi propia tristeza
Me
estaba deslizando en el gris
Pero
ahora lo veo
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si,
te amo
(Si,
te amo)
Pinky
a la luz del día
Carmesí
en la noche
Si
te amo
(Si,
te amo)
Si,
te amo
Si
el te ama