jueves, 23 de abril de 2020

CAURENTENA XIX- SIN TÍTULO


XIX

Amir  no  ha  visto la  ensalada.  Sigue  caminando , el vestíbulo  está cerca. No puede sacarse  las  manos de la chaqueta porque se  descubriría  su traición. Le saluda levantando  la  cabeza.  De propina  va  una sonrisa, para compensar.

Debe pensar que no  hace tanto frío como para  ir así de abrigada. O quizás se da  cuenta de todo  y esa sonrisa  aceituna la absuelve de   su pecado. Pero no está acostumbrada a la  bondad  y se pone a la defensiva, Le aparta la mirada,  impertinente. Empieza a buscar las llaves con una sola  mano mientras  con la  otra  esconde la ensalada. No las  encuentra. Se pone muy nerviosa.

Un  “tranquila  que  ya te  abro yo”  la salva. Es  el  vecino del piso de  arriba. Ni sabe, ni le  interesa  su nombre. Le da las  gracias , parcas  y  austeras, imposibles  para  dar  pie  a  cualquier  tipo de conversación.

Una tragedia  inesperada. El vecino se  detiene en los  buzones. Tiene  que pasar a su  lado  para llegar a las  escaleras y eso la  obliga a despedirse.

A ella  le  gusta la frase ” que  tengas  un  buen día”  . Son sólo cuatro palabras  más que  un  “adiós”  pero le  dan  al saludo una  infinidad de  matices . Es optimista, luminoso, bien intencionado, alguien que pierde  dos  segundos más contigo de los que  serían  necesarios


Pero  también piensa que  es una  frase  que  viene  importada de  América del Sur ,  sucedáneo de  “ que tenga un bonito dia” , “ un gusto  verlo” y similares. Eso le  otorga  el  caché de  una  frase  hecha, falsa y pretenciosa  entre  desconocidos, una mentira  amable. Y no necesita que   nadie  sea  amable  con ella.

Pasa por  su lado . Huele  tan bien que se  llevaría ese perfume  para que le  hiciera compañía.

Dos “adioses” casi simultáneos cierran esta triste elegía a las posibilidades.




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