Nadie te dijo que fuera fácil. No te avisaron que para recomponerse era necesario destruirse.
Mira como los cuervos revolotean imbéciles sin el menor atisbo de ternura.
Ellos a lo suyo, siempre a lo suyo. En su azul pequeño sin volar, paredes en el suelo.
Querer te sopló el viento.
No te preguntes más quién, porqué, cuando y cómo se pinchó.
Sólo se caen los que quieren estar en el cielo
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